Todo el cine que se está produciendo en Medellín tiene unos temas en común en los últimos años: La nea y el barrio popular. Tiene lógica, sabiendo la cantidad de personas que viven en estos barrios de las lomas que ya no son perriferias, si no más bien el corazón mismo de la ciudad.
Pero hay una pregunta remarcada ¿Por que se absoluto encantamiento hacia ese joven hombre que parece perder todo futuro, como si Rodrigo D se repitiera infinitamente? ¿Acaso en los barrios populares no vive más gente, tenderos, costureras, maestros de escuela, buseros, peluqueras o vendedores de mango dignos de ser contados?
Estos pelaos han puesto la mayor cantidad de muertes en el conflicto que históricamente ha vivido el área metropolitana y tal vez esa violencia asociada a su identidad y al espíritu ingobernable que los viste han logrado encantar a los cineastas y artistas de la sosa elite y clase media de Medellín que pasa sus tardes soñando con librarse del tedio de los cuatro parques que recorren infinitamente.
Esa nea, parece ser el cuerpo de la moraleja que nos va a repetir infinitamente el poema "Desquite" de Gonzalo Arango hasta que su deformación y su neutralización. La saturación de esa idea, de ese ambiente, de esos rostros, de esa manera de ser y vivir, de esa identidad y de esos conflictos, parece ahora una aplanadora que no logra ver la vida en los barrios populares de Medellín si no desde la mirada idílica de los adolescentes olvidados de Buñuel y Víctor Gaviria. Y así lentamente esa aplanadora se va volviendo en empaque y luego en producto y lentamente, vemos una industria que produce y consume pesebres desde las montañas de Medellín, a donde solo hay adolescentes perdidos y en donde todos los barrios populares son el mismo barrio, como si fuera lo mismo nacer en el Picacho o en Altavista.
Estas producciones si bien tienen un fundamento de verosimilitud y no están alejadas de la vida cotidiana que pueden vivir muchos jóvenes en Medellín, también funcionan como proyecciones a futuro a donde muchas identidades se empiezan a moldear para caber en lo que empieza a ser un nuevo canon y del cual por supuesto esas élites Paisas beben sin culpa, porque al ser un canon pierde su origen y se convierte en embase más en el cual caber. Que lo digan al sur del valle donde saben beber de lo que nace en el norte, sin siquiera pisarlo.
Hace poco alguien me dijo que las "neas" habían nacido en Laureles después de verse y documentarse de la absoluta certeza de Apocalipsur.
Poco a poco empiezan a tapizar los muros que Víctor Gaviria construyó para que así sean más lisos y no lastimen a nadie.