Mi proyecto es marrón, la gente esta cansado de verlo pasar todo los días por afuera de su casa. A veces lo llaman para preguntarle algo en la tv, a veces responde, otras veces no.
Mi proyecto siempre tiene la camisa rota, recita poemas en los buses que dan círculos por Medellin o cuando esta en Bogotá camina hablando solo por las calles del centro.
Mi proyecto se llama Yolanda, Jose, Maria, Wilson, Yeisson, Olmer, Jesús, Durley, Sindy, Pablo, Bernardo, Alexis, Gina, Paola. Mi proyecto nació con la república y vivirá por siempre con ella.
Mi proyecto suda en el Valle del Cauca y se toma una cerveza en La Guajira mientras mira los camiones cargados de carbón que se van para el norte. Mi proyecto tiene mucho que decir y muy pocas palabras.
Mi proyecto pesca en el Magdalena y camina por los Montes de María con los zapatos rotos. Escucha por radio a Diomedes Díaz y maneja mototaxi en Cartagena. Tiene la piel dura, seca por el sol.
Navega por el río San Miguel contrabandeando gasolina mientras la selva humea en el horizonte. Duerme la siesta después de un bocachico, camina por la tardes en los empinados pueblos de la sierra nariñense vendiendo tomates. Recita la biblia en Montelibano para no hablar de Mancuso, porque allá no se puede. Juega fútbol sin camiseta entre las vacas después de desyerbar la yuca.
Mi proyecto agacha la cabeza cuando pasan las camionetas por el parque de su pueblo, nunca me dice porqué, pero yo lo intuyo.
Mi proyecto no es mío, yo vivo con su zumbido en los vidrios de mi apartamento.